La contratación sigue siendo fundamentalmente de carácter temporal, como lo demuestra que, de los alrededor de 13 millones de contratos suscritos en 2010, más de 11 millones sean temporales. Asimismo, los contratos para la formación y los de prácticas siguen en los mismos niveles exiguos en los que estaban con anterioridad a la reforma, a pesar de ser uno de los aspectos que se pretendía fomentar.
Ha habido un incremento de la conversión de contratos temporales en fijos, pero no ha crecido la contratación directa a través del contrato de fomento del empleo indefinido.
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